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Las principales cifras del cultivo de soja en la zafra 2017/2018_22.08.2018.

Emiliano Cotelo (EC): La semana pasada, justamente, en el marco del 7mo. Encuentro Nacional de la Mesa Tecnológica de Oleaginosos, la consultora Deloitte presentó una nueva edición del informe “Situación y Perspectivas del complejo oleaginoso en Uruguay”, en el que se analizan las principales cifras del cultivo de soja en la zafra 2017/2018 y se cuantifican los impactos que tendrá esta mala campaña agrícola de verano en la economía de nuestro país.

Para conversar sobre este trabajo estamos en diálogo con la economista Florencia Carriquiry, de la consultora Deloitte.

Romina Andrioli (RA): Florencia, para comenzar recordemos a los oyentes en qué consiste este trabajo que vienen realizando en Deloitte para el complejo oleaginoso desde hace ya varios años…

Florencia Carriquiry (FC): Efectivamente desde 2014 estamos apoyando al grupo Oleaginosos Uruguay con la realización de este informe, que tiene como objetivo realizar un seguimiento sistemático de varios indicadores clave del sector, no sólo desde el punto de vista productivo, sino también desde una perspectiva económica y tecnológica.

Además de reunir la información disponible en distintas fuentes secundarias, el trabajo proporciona información primaria, que se recaba a través de una encuesta a los principales actores del sector y que permite construir bastantes indicadores, por ejemplo, con muchos datos por región o zona del país.

RA – Florencia, como decía Emiliano, esta última zafra de soja fue muy afectada por el clima… lo hemos comentado en el programa en varias oportunidades… Pero yendo a las cifras que presentan en el informe ¿Cuánto cayó finalmente la producción de soja este año?

FC – Claramente el clima afectó duramente al sector en la última zafra. Tuvimos una sequía severa al inicio del verano que impactó en los rendimientos y, a su vez, a partir de abril se observó un número inusualmente alto de días de lluvia, que retrasó las labores y comprometió la calidad del grano en la fase final de la cosecha.

Yendo a los números, a nivel promedio país se levantaron poco más de 1.200 kilogramos por hectárea y eso supuso una caída de 60% frente a la zafra pasada… Hay que recordar Romina que en la zafra pasada habíamos tenido condiciones climáticas “ideales”, que habían permitido rendimientos récord, de más de 3.000 kilogramos por hectárea en el promedio del país…

Desde esos niveles récord resultaba esperable ver una caída de los rindes este año, pero debido al clima la magnitud de la caída fue mucho mayor de lo esperado… Pensemos que 1.200 kilos por hectárea es la mitad de lo que podemos considerar es un rendimiento “normal” para nuestro país.

En definitiva, Romina, pasamos de una zafra 2016/2017 que fue excepcionalmente buena a una zafra 2017/2018 excepcionalmente mala… y con una nota adicional… que es que la sequía fue particularmente severa en la zona más agrícola del país… Por ejemplo, en esta campaña vimos rendimientos de menos de 1.000 kilogramos por hectárea en promedio en Soriano, que es donde típicamente están las tierras de mayor aptitud agrícola y donde habitualmente se registran los mejores rendimientos del país.

RA – Y con esos rendimientos, ¿a cuánto llegó la producción, entonces?

FC – Si tenemos en cuenta que en esta zafra el área de soja bajó ligeramente según nuestras estimaciones y se ubicó levemente por debajo de 1.200.000 hectáreas, entonces la producción de soja se habría ubicado en poco más de 1,4 millones de toneladas este año… es una cifra que es más de 60% menor al pico histórico del año pasado. Nos tenemos que remontar a la zafra 2008/2009 para ver un volumen de producción de soja tan bajo.

RA – Florencia, con una producción tan reducida es claro que vamos a tener una caída enorme de las exportaciones de soja. De hecho, en estos últimos meses han trascendido varias estimaciones, tanto de analistas como del propio gobierno, sobre los ingresos que dejará de percibir el país por esta mala zafra de soja… ¿qué cifras manejan ustedes en este informe?

FC – Sin dudas tratándose de uno de los principales rubros de exportación, esta situación se va a sentir en los números macroeconómicos de este año. En particular, si bien los precios de la soja mejoraron moderadamente este año frente al año pasado, las exportaciones se ubicarían en torno a los US$ 500 millones este año… con lo cual, la soja va seguir siendo uno de los principales productos de exportación del país, pero este año se va a ubicar varios escalones por debajo de la carne y la celulosa.

Y si a esas exportaciones le sumamos la producción (de soja y de colza) comercializada en el mercado doméstico, el valor bruto de producción del sector oleaginoso estaría ascendiendo en esta campaña a cerca de US$ 560 millones. Eso supone una pérdida de ingresos para el país de más de US$ 800 millones frente a la zafra pasada. Y como es evidente, en este contexto, los impactos de derrame del sector en la economía son mucho menores que en campañas previas.

RA – Está claro… Ahora, Florencia, antes de entrar en esos impactos macro… volvamos a los números del negocio sojero en particular… Con tan malos resultados productivos, ¿cómo cerraron los resultados económicos del cultivo de soja en esta última zafra?

FC – Inevitablemente, con rendimientos tan malos, los resultados económicos fueron también muy malos. Como decía antes, los precios mejoraron algo frente a la zafra pasada (se ubicaron en torno a los US$ 360 por tonelada en promedio) pero ante la caída de los rindes, los ingresos por hectárea cayeron drásticamente. Y, si bien los costos por hectárea bajaron también significativamente (sobre todo porque con menos kilos producidos por hectárea, los costos post-cosecha, asociados al transporte y el acondicionamiento son mucho menores), los márgenes terminaron siendo promedialmente negativos en el cultivo, incluso antes del pago de renta de la tierra y de eventuales costos de estructura.

Para poner esto en cifras, según las estimaciones que elaboramos en el trabajo, el margen promedio en la soja fue negativo en unos US$ 60 por hectárea… y eso, como decía, es antes del costo de arrendamiento de la tierra, que de acuerdo al relevamiento realizado este año, estaría entre US$ 230 y US$ 240 por hectárea por año a nivel promedio país.

Lógicamente, estos valores son para el promedio de los productores y siempre hay diferencias significativas caso a caso. En particular, en una zafra como esta, el impacto del clima fue muy diferente por zona y generó resultados económicos muy dispares. Como presentamos en el informe, en términos generales, tendieron a verse mejores resultados en chacras de Colonia, San José y la zona Este, donde la sequía fue en general menos severa, mientras que en las chacras de Soriano y el Litoral Norte, que habitualmente son las regiones con mejores márgenes, los resultados fueron bastante peores al promedio.

RA – Florencia, vayamos ahora sí a los impactos del cultivo en la economía uruguaya… El informe señala que el impacto de la soja en el PIB sería de 0,5% en esta campaña y que eso supone una caída importante de la contribución del sector al valor agregado en el país… ¿Podemos comentar estas cifras?

FC – Claro. De acuerdo a las estimaciones realizadas en el marco de este trabajo, si consideramos todos los impactos (directos e indirectos) a lo largo de la cadena de valor, la producción de oleaginosos generó un valor agregado de casi US$ 300 millones en este ciclo, que equivale, como decías, a 0,5% del PIB. Claramente, es una cifra muy inferior a la del ciclo anterior, cuando habíamos tenido una cosecha récord. Concretamente, el valor agregado generado en torno al sector oleaginoso se redujo poco más de 1,3% del PIB (unos US$ 800 millones) frente a la zafra 2016/2017. Parte de esa caída (unos US$ 300 millones en nuestras estimaciones) resultaba esperable, porque los rendimientos del año pasado habían sido excepcionalmente favorables y era difícil que se repitieran, pero la sequía supuso una pérdida de valor agregado adicional muy significativa, de unos US$ 500 millones en nuestros cálculos (que es poco menos de 1% del PIB).

De todas maneras, Romina, es importante advertir que esta es una estimación realizada en base a cifras detalladas del sector… no necesariamente veremos un impacto de igual magnitud en las cifras de PIB de Cuentas Nacionales que elabora el BCU, que siguen metodologías distintas.

RA – Para terminar, entonces, ¿cómo están viendo las perspectivas para lo que va a ser la próxima zafra 2018/2019?

FC – Aún hay varias dudas en relación a la próxima campaña. El sector está saliendo muy golpeado de la última campaña y a nuestro juicio las restricciones financieras pueden dificultar el mantenimiento de un área sojera tan alta como la que tuvimos en las últimas campañas.

Además, a nivel de precios la situación es particularmente incierta, porque los escenarios pueden ser bien diferentes dependiendo de lo que suceda con esta guerra comercial que estamos viendo entre Estados Unidos y China. Fruto de esta situación, los precios de la soja en el mundo han bajado sensiblemente y si bien la expectativa de una mayor demanda china por soja de la región ha derivado en cotizaciones locales US$ 40 arriba de la referencia de Chicago, mirando hacia adelante va a ser clave lo que suceda en este frente en el transcurso de los próximos meses…
A su vez, varios insumos, como la semilla, los fertilizantes y los agroquímicos están subiendo de precio y, en un marco de mayores rindes, lo costos post-cosecha van a subir por hectárea (porque habrá un volumen mucho mayor de soja para transportar y acondicionar, por ejemplo).

En definitiva, Romina, como decía el panorama plantea varias incertidumbres y desafíos, pero incluso cuando tengamos precios algo menores y costos más altos, si con un mejor clima los rendimientos retornan a niveles más “normales”, en el entorno de los 2.400 kilogramos hectárea, los márgenes van a tener una mejora apreciable en el verano próximo.